viernes, 25 de enero de 2008

La Peña de Madrid rinde homenaje a Osvaldo Soriano


Así como nuestro San Lorenzo representa fielmente el sentimiento del club de barrio, ligado sentimentalmente a sus orígenes (a pesar del despojo de los 80), con firme arraigo de pertenencia, y cierto recelo desde los que gozan de las ventajas y prerrogativas de los sectores de poder, la figura de Osvaldo Soriano no dista en demasía de estas grandes líneas generales.

Hijo de un hogar de trabajadores que debieron buscarse la vida en diferentes lugares del país, supo imponer en su vida la pasión literaria que tenía, la que le permitió reflejar ese espíritu de humanidad que lo inundaba, y que le costó más de un problema no sólo desde los sectores intelectuales que pretendieron calificarlo como un literato menor, sino que hasta lo llevaron a tener que abandonar su país.

Ya él personalmente supo explicar perfectamente la pasión futbolera que llevaba y su amor por nuestro club. Es famosa su explicación sobre que “ser de San Lorenzo es un interminable sobresalto; una carga que se arrastra en la vida con tanto desconcierto y orgullo como la de ser argentino”. Perfecto.

Fanático Cuervo, son históricas esas notas con las que describía el Gasómetro, los Matadores, el gol del Nene contra boca (relato en forma de diálogo entre él y Sanfilipo, que describía sus movimientos en medio de las góndolas!, imperdible, emociona leerlo), aunque tal vez por la proximidad en años sea la más famosa la de cómo siguió el Campeonato de 1995.

Amante de los gatos (no concebía la idea de un escritor sin su mascota felina), fue además de escritor, un periodista sin términos medios, no aceptaba las imparcialidades, en total concordancia con su espíritu de fidelidad a sus irrenunciables convicciones personales sobre la sociedad y la vida.

Uno de los mejores homenajes que ha habido a Soriano es un club de fútbol, el “Soriano Football Club”, que fue creado en el 2002 en Italia, en donde para poder formar parte del plantel era requisito haber publicado una novela como mínimo. La perfecta combinación de esas dos pasiones de Soriano, la literatura y el fútbol.

El escritor que cuentan que alguna vez se probó como número 9, murió el 29 de enero de 1997 a los 54 años, después de pelear mucho contra un cáncer de pulmón. Cuentan que en los tres últimos años de su vida vivió con un pucho apagado en la mano, y tirando una ceniza ficticia en un cenicero irreal, que sólo él y su costumbre imaginaban, mientras seguramente buscaba en su mente, nuevos relatos con los que nos hubiera seguido emocionando a todos sus lectores.



Hasta siempre, Gordo.


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