viernes, 4 de abril de 2008

1º de Abril en Mendoza




Lorena Sidoti, columnista del diario Uno de mendoza, escribió esta columna llena de recuerdos y de emoción centenaria.
lsidoti@diariouno.net.ar

CENTENARIO. Todo empezó así, como quien no quiere la cosa. Recuerdo todas esas veces que me perdí de salir a jugar un domingo sólo porque un tal San Lorenzo “jugaba por la radio” y mi nono quería que alguien se quedara con él y la Spica siguiéndolo de cerca. Yo no entendía mucho de qué se trataba, pero después de todo no la pasaba tan mal.

Él trataba de explicarme que Sidoti siempre fue sinónimo de cuervo, o al menos desde que ese apellido pisó el país. Los primeros tanos que llegaron de Italia se encantaron con unos muchachos que vestían una casaca azulgrana, aunque de ellos poco sabían. Era un club santo por su nombre, y de buena gente, por lo que se metió en la sangre de una familia que empezaba a crecer con mucha humildad y fe. Aunque para mí seguía siendo sólo una manera de entretenerme un domingo.

Conocía de San Lorenzo sólo algunas imágenes viejas, y un par de figuritas que galardonaban a unos tales Matadores de Boedo, las que mi nona guardaba celosamente en un viejo aparador. Nací con el descenso, y esperé 13 años para gritar campeón a casi mil kilómetros de Rosario...

Pero un par de años antes la imagen que tenía de ese club de tan lejos desapareció. Alguien se fue y me dejó un hueco que sólo un amor enorme podía llenar. Y me aferré a esa camiseta azulgrana como si fuera la piel de aquel nono que me había dejado. Y así fue.

A pesar de que no todas fueron buenas, siempre estuve al lado del amor que le dio color a mi historia y que siempre lo seguirá haciendo. Crecí y empecé a dedicar mis días al periodismo deportivo, sueño que también comencé a acunar desde aquellas tardes de fútbol frente a la radio. Era contradictorio y me asustaba la idea de pensar en que tenía que dejar ese amor de lado, el que paradójicamente me abrió las puertas de mi actual profesión. Aunque me tranquilizó darme cuenta de que eso era imposible. Lo que viene en mi sangre vive y morirá conmigo.

Luego llegaron momentos que muchas veces soñé. Estuve en el Pedro Bidegain, del que aún conservo el césped que cubre mi patio. Conocí y me emocioné con cada jugador que vistió la camiseta cuerva, grité varias veces ¡CAMPEÓN!, y me sigo emocionando cada vez que la Azulgrana se presenta en alguna parte del mundo. Finalmente entendí que no hace falta ser de Boedo para estar enamorado, al igual que cualquier otro Cuervo. Que sólo es necesario llevarlo en la sangre y serle fiel.

Hoy es un día en el que vienen a mi memoria miles de recuerdos. Me aprietan la garganta frases de felicidad y de amor, sobre todo por aquel ser maravilloso que me hizo conocer el amor de mi vida… ¡Gracias nono! ¡Qué lindo es ser de San Lorenzo!

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