miércoles, 30 de enero de 2008

El Pampa y su actividad plena a los 40


El momento más duro en la vida de un deportista es el día de decir "basta, no va más". Es la hora temida, cuando el paso de los años pesa más que las ganas. Hay que parar la pelota y, como sea, enfrentarse con el duro... "y mañana, ¿qué?". Por eso, no son pocos aquellos que tratan de exprimir hasta la última gota todo lo que pueden dar. A veces por reencontrarse con el éxito, a veces por hobby, a veces por necesidad. A veces, sinceramente, no se sabe para qué.

Por ese camino transitan Claudio Biaggio y Julio César Vásquez, quienes ya cruzaron la barrera de los 40. Uno sigue paseando sus goles por las canchas del Interior, mientras que el otro –que fue campeón del mundo, supo tener mucha gloria y también mucho dinero– lucha por mantenerse vigente, tirándole piñas al destino. Según ambos le contaron a Olé.com.ar, la ilusión sigue viva.

Su último gol

Para algunos, dejar el fútbol es el comienzo de un problema. No es el caso de Claudio Biaggio, ex delantero de San Lorenzo, que hoy es la figura de Estudiantes de Mercedes, equipo que participa en el Torneo Argentino. "Estoy disfrutando como nunca. No perdí la ambición de jugar al fútbol", confiesa el Pampa, de 40 años.

Menciona la palabra "hobby", el Pampa. Algo de eso hay en su historia, un auténtico trotamundos que paseo su juego por Uruguay, Francia, Japón, Ecuador y Bolivia. "Si bien como profesional me retiré hace mucho tiempo, mi idea es seguir corriendo detrás de la pelota. Quiero sacarle el jugo a lo que antes no podía. Estudiantes me abrió las puertas y soy un agradecido. Tenemos un lindo equipo, con muchos pibes. Quiero aportar mi experiencia", explica el ex punta de la Selección Argentina.

"Los rivales saben quién soy. También los árbitros. Algunos me piden permiso para sacarse una foto. Eso sí, a la hora de jugar no me perdonan, no me dan un metro. Y eso está bueno. En el debut, en Chivilcoy, me insultaron como a todo jugador rival, pero cuando me sacó el técnico me aplaudieron de los cuatro costados", cuenta, orgulloso.

El amor por el fútbol es la gran razón por la que Biaggio recorre los 280 kilómetros que separan Teodolina, donde vive de lunes a viernes, de Mercedes. "A veces viajo solo. A veces me acompaña mi hija. Me entreno durante toda la semana con mucha responsabilidad. Ahora sé cuidarme, sé qué tengo que comer. Los sábados me junto con los chicos de Estudiantes. Practicamos alguna jugada de pelota parada y hacemos movimientos tácticos", indica con cierta culpa.

Su día de gloria es el domingo, cuando el árbitro pita y da comienzo al partido. "El fútbol es mi pasión. Esto no me va a salvar económicamente ni nada parecido. Lo hago por las ganas de jugar. Ahora lo vivo mejor que en mi época de profesional. Antes no alcanzaba a disfrutarlo porque la exigencia te pedía más y más", dice. "¿Si me costó largar el fútbol? El que dice que no está mintiendo. Extraño la previa, las concentraciones. No el cariño de la gente, que por suerte siempre está vigente", reconoce.

"Mi consejo para los jugadores que están en el cierre de carrera es que se vuelquen al Torneo Argentino. Así no largan de golpe y porrazo. Tengo que confesar que esto es lo mejor que me está pasando". El Pampa Biaggio parece que la tiene clara. Supo encontrar en el fútbol mismo el remedio al retiro de la actividad. Fue dosificando el esfuerzo. Aprendió a sacarle el jugo a cada división, a cada categoría. ¿La receta? El amor por la pelota.

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