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Con Luis Moya nos comunicamos el 25 y el 31 de Diciembre para desearnos mutuamente felíz Navidad y Año Nuevo respectivamente. Los días Domingo, día que dedicaba a visitar a su papá, pues toda la semana se la pasaba en la Escuela de Montaña Nº 298 de El Taco, a 80 kilómetros de la capital Catamarca, hablábamos para que Luis y todos los Cuervos de la Peña de Catamarca pudieran hacerse socios. Luis fué el motor de la Peña de Catamarca. Dedicaba horas explicándole a los bancos catamarqueños que el número de cuenta que tenía del Club era el correcto, y el CBU y eso..., hasta que los bancos entendieron y pudo hacer los depósitos de todos los Cuervos Catamarqueños. Recibió la visita de la gente de la Subcomisión del Hincha, que apadrinó la escuelita y llevaron 100 pares de zapatillas y sandalias; 30 pantalones, 20 poleras, dos balones número 5, ocho docenas de medias, una bandera de ceremonia completa y 50 camisetas de San Lorenzo. Luis y todos los amigos de Catamarca inauguraron la Peña de Catamarca. Y allá fué el Sapo Villar y provocó la emoción por haberles concretado el sueño de años.
Luis Moya, docente de corazón, Cuervo de alma, el sábado pasado, el 2 de Febrero, falleció. Dejó para todos los sanlorencistas un ejemplo. A él no le alcanzaban las horas del día, alejado, con mínimas herramientas, juntó a muchos, pero muchos Cuervos y conformaron la Peña. Luis, allá lejos, trabajaba por su San Lorenzo, aún cuando las horas del día le quedaban cortas.
Quizás por la distancia, porque nunca lo conocí personalmente, o porque él me llamaba "Don", siempre lo traté de "usted". Como todas las semanas en las que hablábamos aquí le dejo un "hasta la próxima, Don Moya"
Agradecemos la foto a Mundo Azulgrana
Luis Moya, docente de corazón, Cuervo de alma, el sábado pasado, el 2 de Febrero, falleció. Dejó para todos los sanlorencistas un ejemplo. A él no le alcanzaban las horas del día, alejado, con mínimas herramientas, juntó a muchos, pero muchos Cuervos y conformaron la Peña. Luis, allá lejos, trabajaba por su San Lorenzo, aún cuando las horas del día le quedaban cortas.
Quizás por la distancia, porque nunca lo conocí personalmente, o porque él me llamaba "Don", siempre lo traté de "usted". Como todas las semanas en las que hablábamos aquí le dejo un "hasta la próxima, Don Moya"
Agradecemos la foto a Mundo Azulgrana
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