miércoles, 9 de abril de 2008

La Pislaba y el Beto Acosta


BUENOS AIRES- Los más de 12.000 kilómetros que separan a Jerusalén de Buenos Aires no disminuyen su pasión. Al contrario, los agranda y expande tanto o más que esa distancia. No es un fenómeno físico-biológico, pero sus cuerpos están en Israel mientras sus corazones laten en Boedo. Así viven los cuervos de Pislaba (Peña Israelí de San Lorenzo de Almagro Beto Acosta), la primera peña azulgrana en el exterior, fundada en noviembre de 2002.

No hace falta presentarlos tanto. El mundo los conoce desde su peregrinación al Muro de los Lamentos, a principios de 2007. Cuando llegaron a este lugar sagrado, todos los medios se hicieron eco de un pedido que se disfrazó en una caravana de cuervos que no pararon de cantar y gritar por el Ciclón. Su misión fue requerirle a Dios una mejoría de San Lorenzo. Tenían un buen antecedente: la Selección Argentina, con Bilardo y Maradona a la cabeza, previo al mundial de México 86, hizo lo mismo. Y se sabe cómo le fue al seleccionado. Y también hoy se conoce cómo terminó el equipo de Ramón Díaz en el Clausura 2007.

Muchos integrantes de Pislaba se acercaron para los festejos del Centenario. Y, además de cada partido, concurren a cualquier evento donde la excusa sea San Lorenzo. No se perdieron de nada y, claro está, tampoco se iban a perder de hablar con su ídolo, el padrino de la peña, Alberto Federico Acosta.

Ayer al mediodía, con la presencia de Mundo Azulgrana, siete integrantes de la peña israelí se juntaron con el Beto en un céntrico bar de la Ciudad de Buenos Aires. Ahí, en la esquina de Callao y Corrientes, se vivió un grato momento que se sustentó en recuerdos, anécdotas, fotos y autógrafos.

El goleador que aún sigue jugando (lo hace en Fénix, en la Primera C), atendió primero a un exquisito sándwich de lomito con queso junto a una gaseosa de lima limón. Para él la imagen es más que la sed. El Beto siempre mantiene una conducta con la dieta. “Ahora no tengo ganas, pero si quiero puedo jugar en Primera. El físico todavía me responde muy bien”, aseguró el delantero de 41 años.

Uno de los más entusiastas, o que por lo menos llevó la batuta en la charla con el hombre de Arocena, fue Yoni, uno de los referentes de la peña. “Nos levantamos a las 3 de la mañana para ver los partidos por Internet o escucharlos por radios online”, comentó el argentino que vive en Israel desde hace 19 años y domina el hebreo a la perfección.

Acosta, gratamente sorprendido por el fanatismo de sus fieles, sacó de su bolso varios ejemplares de “El Diario” de Pilar en su edición del domingo pasado, cuando se difundió una nota titulada “Una peña del Beto, en Israel”. El artículo está junto a la previa del partido entre Sacachispas y Fenix, ya que este medio cubre diariamente el presente del actual club del ex jugador azulgrana.

“Si nos dan los dos puntos contra Argentino de Rosario –incluyeron mal a un futbolista- quedamos punteros”, informó el Beto, quien además afirmó que juega para “colaborar y darle prensa” al equipo que dirige Oscar Santángelo. “Si ascienden a la Primera B no juego más”, resaltó.

Mientras Acosta comenzó a fotografiarse con varios presentes –inclusive curiosos que se acercaban desde otras mesas- los cuervos empezaron a interrogarlo. El primer tema fue la actualidad del equipo de Ramón Díaz. “A Romeo le falta confianza. A todos nos pasó. Ya la va a meter, es un gran goleador y una mejor persona”, respondió. Además, consideró que “San Lorenzo tiene unos de los mejores planteles del país”.

La pregunta que contó con la respuesta más larga fue por qué se fue a Boca en 1992. “Ese año terminé como goleador –contó Acosta- y le dije a Miele que me quería tomar unas vacaciones. Me dio quince días y me comentó que estaba muy cerca de venderme al Atlético de Madrid. Yo me fui a Brasil a descansar. Un día lo llamo a mi hermano y le consulto si se hablaba algo de mi pase, y él, que es fanático de River, me dijo: todos los medios te dan como nuevo jugador de Boca. Saliste en la tapa de todos los diarios. Cuando volví Miele me contó que los españoles no pagaban los dos millones y medio de dólares que puso Boca, y que él con ese dinero podía terminar el estadio. Pero a mí nunca me consultaron nada. Ya no había vuelta atrás”.

Ese pase al club xeneize le pegó duro a los hinchas de San Lorenzo, que tardaron mucho en perdonar su transferencia. “Cuando volví al club en 1998 me acuerdo que me puteaban desde los cuatro costados. No podía estar tranquilo para jugar”, recordó. “Es más, cuando vine con la (Universidad) Católica a jugar por la inauguración de los codos, Miele quiso entregarme una plaqueta en la cancha, pero tuvo que hacerlo dentro del vestuario porque los hinchas no pararon de silbarme. Cada pelota que tocaba provocaba un bullicio terrible. Encima Ruggeri me daba cada patada… Claro, él quería ganarse los aplausos de la gente pegándome a mí”.

Sin embargo, con esfuerzo y goles, el Beto luego enamoró para siempre a los hinchas del Ciclón. Fue en su tercer y último retorno, en 2001, después de ser campeón en Portugal con el Sporting Lisboa, donde lo recuerdan de la mejor manera. “Los hinchas de San Lorenzo saben bien una cosa: siempre transpiré la camiseta, cosas que muchos no hicieron”, sacó pecho. En esta etapa, con Acosta como jugador fundamental, San Lorenzo ganó las copas Mercosur y Sudamericana. Después llegaría su retiro tras marcar 123 goles con la camiseta azulgrana, dejando una imagen espectacular, abandonando el fútbol por decisión propia nada más.

Curiosamente, la carrera futbolística del Beto está narrada en el libro “El Hombre Gol”, del periodista de Clarín Marcelo Máximo. “Son muchas las alegrías que me dio el fútbol, además de grandes amigos como Michelini, Capria o el Pipa Estévez”, confío antes de posar para las fotos con todos los cuervos de Israel, que volverán a su tierra santa con un vagón de recuerdos. Sagrados por cierto.

Agradecimiento:
Nota:
Román Perroni
roman@mundoazulgrana.com.ar

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